Sí la situación publica y política del mundo parece vertiginosa y con altibajos destacados, se le suma la muerte del papa Francisco.
Uno
podría ser renuente a aceptar los cambios en lo internacional, pero las
fuerzas, de lo que llamaremos “destino”, parecen demostrar y abrirnos los ojos
sobre los cambios que van a suceder en el corto y mediano plazo.
La
figura del papa Francisco, en lo público e internacional, marco una era donde
se creía o se trataba de acercarse al “otro”; de acercarse con el de junto para
poder dialogar y llegar a acuerdos; dejar de satanizar a las personas que son
diferentes a la norma como los homosexuales.
Consignas
que fueron reflejo de su llegada al papado, un reflejo de su época con un
ambiente diferente al que nos enfrentamos en la actualidad. Su llegada con una
agenda cristiana enfocada al pueblo y con la convicción de acercarse a todos
sus feligreses para tratar de recuperar a los católicos que perdieron la fe en
su iglesia. Dicha intención permeo en el ambiente político con las esperanzas
de que los países se unieran para resolver los grandes problemas que azotaban y
azotaran a la humanidad.
Su
visión de unión para los problemas del mundo cómo el odio contra las personas
diferentes, con la globalización que conlleva grandes desigualdades y su
preocupación por el cambio climático de nuestra “casa común”. Era el discurso
adecuado para un mundo que científicamente podía determinar las problemáticas
políticas, sociales, medioambientales y económicas, para la obtención de un
resultado mejor para las sociedades humanas.
Hoy,
con la partida del Pontífice, parece que el “destino” nos parece gritar que esa
temporada de esperanza se ha terminado. Esa época donde se creía en la
democracia como único sistema político y de estado para resolver los grandes
problemas de la humanidad; que se creía en la desglobalización como un ejemplo
económico para mejorar la calidad de vida de las personas; donde se creía que
las políticas ambientales podrían ser una alternativa para mantener nuestra “una
casa común” de la manera mas adecuada para que nuestra especie, y otras mas,
podamos seguir sobreviviendo.
Este
pensamiento se desarrolla en el velorio del Pontífice, sin una base sobre el
razonamiento del siguiente papa y con una gran incertidumbre a nivel
político-internacional.
Vemos
un mundo que va cambiando en la mayoría de los aspectos. Vemos cómo en los
países de occidente, en las estructuras de gobierno, se aproxima hacia tecnocracias
donde la vocación de velar por los más vulnerables desaparece y en su lugar los
mas poderosos se unen para respaldar sus propios intereses (en lo público y lo
privado).
Vemos
el ambiente degradándose y cambiando de forma significativa, mientras los que
suben al poder no reconocen esta situación cómo un problema al que se le debería
hacer frente.
En
lo social vemos grupos vulnerables (mujeres, comunidad LGBT+, grupos indígenas),
que nunca han tenido privilegios de manera significativa, ser señalados de que
sus posturas son el problema para la población del mundo porque son “contra
natura, contra la familia, contra el buen gusto, contra la religión”. Pero
cuando nos percatamos que esos grupos siguen siendo vulnerables en muchos
aspectos y vemos como sus condiciones siguen siendo casi las mismas donde se
ven en riesgo de seguridad, en lo económico, político y social entonces la ideología
de genero parece el verdadero problema.
La
asunción de las ideologías libertadoras, conservadoras, que rigen su postura a
algo que clasificamos cómo derecha. La situación es clara que el mundo se vuelca
a un mundo mas agresivo contra quienes somos diferentes; que la prioridad de un
estado sea mantener su supremacía sobre otros sin importar la visión de otras naciones;
que el medio ambiente sea únicamente para beneficio económico para los que más
pueden aprovechar lo que es la elite política y económica; dejar de lado el interés
por los mas necesitados y los mas afectados por las desigualdades económicas.
En
conclusión. Es un cambio de paradigma donde los discursos son separarnos aun
mas de lo que ya estamos. Discursos donde nos discriminamos por cualquier aspectos
y donde la mayoría de la población se compra esos discursos y odian a personas que
ni conocen; odiamos al otro simplemente porque las elites nos lo piden, sin
pensar en que el otro es igual que uno y que tenemos los mismo problemas económicos,
sociales, emocionales, que cualquier persona tiene y que no pertenece a la
elite política o económica.
La
muerte de personas que tenían un discurso de unión y respeto por los demás; se desplazan
por un discurso discriminador, donde las desigualdades se acentúan, donde nos
odiamos sin una razón importante, donde todos los aparatos del estado se
instrumentan para las elites y donde solo hay cabida en este mundo para
personas de un modo de pensar y nada más.
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